Mujeres y vulnerabilidad social

En un contexto de fragilidad social es recurrente encontrar a mujeres, muchas veces con cargas familiares, pero otras veces son mujeres mayores o incluso jóvenes. ¿Cuáles son las causas? ¿cuál es el origen de estas situaciones? ¿Por qué utilizamos la palabra “vulnerables” para identificarlas? Y sobre todo, ¿para qué?
Las mujeres vulnerables no nacen en esta situación, sino que adquieren esta condición como consecuencia de diferentes causas. Dependiendo de las causas y de sus circunstancias nos vamos a encontrar a mujeres que presentan problemáticas con ciertas similitudes.

Una de esas causas la encontramos en los procesos de ruptura de la pareja cuando hay hijos en la unidad de convivencia, y que en muchas ocasiones quedan a cargo de sus madres que heroicamente asumen la carga del cuidado de estos hijos (menores o no), su educación y asumen también una carga laboral en exclusiva dentro y fuera del hogar.

Si añadimos algunos ingredientes como puede ser la carga emocional y psicológica de una ruptura sentimental, la falta de empleabilidad en el mercado laboral o si se consigue, con salarios precarios, jornadas parciales; y en ocasiones, el incumplimiento de la manutención por parte del otro progenitor, nos encontramos ante una situación de fragilidad por sobrecarga física, psicológica y emocional a la que llamamos vulnerabilidad. No es necesario que concurran todas estas circunstancias, a veces, una sola puede desestabilizar a una persona y llegar a necesitar apoyos de su entorno, de asociaciones o instituciones.

En l’Entraide hemos observado que el cuidado en exclusiva de los hijos junto a la dificultad de acceso al mercado laboral o la dificultad de conciliación, son las principales causas de sobrecarga en las mujeres que pasan por esta situación. En 2022 hemos atendido a 15 mujeres en situación de vulnerabilidad con esta casuística.

Muchas de ellas han necesitado apoyo psicológico, ayuda para alquiler, alimentación, apoyo formativo o en estrategias para la inserción laboral.  Otra manera de apoyarlas es a través de la oferta de campamentos de verano para sus hijos y ayudas destinadas a gastos de escolaridad.

 

Cómo están evolucionando los tipos de custodia

Tendencia de la sociedad hacia la custodia compartida con situación próxima a igualar el porcentaje de casos de custodia compartida y materna. La custodia paterna tiende a desaparecer en favor de la compartida.

La pobreza sobrevenida a las mujeres en edad de jubilación es otra causa de vulnerabilidad. Las afectadas son mujeres mayores de 65 años que durante su periodo de vida activa no cotizaron un mínimo de 15 años al sistema público de pensiones (y mucho menos al privado) y que han tenido que subsistir en 2022 con 5.899€ anuales, divididos en doce pagas más dos extraordinarias. El 65% de las pensiones no contributivas (PNC) las perciben mujeres. Son las que, en su momento, no pudieron acceder al mercado laboral o sí accedieron, pero realizaron una actividad en la economía sumergida; o renunciaron a su actividad profesional por las dificultades de conciliación; o proceden de generaciones en las que la mujer asumía mayoritariamente el cuidado de los hijos y del hogar. Son mujeres mayores vulnerables.

En estos casos, que para nosotros han sido 5 mujeres, hemos intentado mejorar las condiciones de precariedad económica con ayudas para el alquiler, o para hacer frente a las facturas de suministros energéticos, de farmacia, de tratamientos dentales o simplemente para acompañarlas en un periodo de la vida que de por sí ya se considera vulnerable por la pérdida de habilidades, la aparición de enfermedades y la soledad.

En el lado opuesto, es decir, ser mujer y ser joven también puede generar situación de vulnerabilidad en algún momento, sobre todo cuando existe la necesidad de acceder a un mercado de trabajo que penaliza a los jóvenes en general y a las mujeres jóvenes en particular.

La especialización de las mujeres en sectores como el de los cuidados o en el de telemarketing en los que los salarios son especialmente bajos y las jornadas a menudo parciales, favorece la situación de precariedad económica e inestabilidad laboral. Otra causa que genera vulnerabilidad en estas mujeres jóvenes es la dificultad de acceso a un recurso habitacional imprescindible, pero que no contempla la situación económica de quienes aún no han encontrado empleo o acaban de hacerlo y no pueden ofrecer el nivel de garantía que se les exige.

En 2022 hemos reforzado la autoestima con apoyo psicológico para 3 mujeres jóvenes que han necesitado realizar la emancipación de sus familias de origen y que se han encontrado con las dificultades del mercado laboral y de acceso a la vivienda descritas anteriormente.

Actuar como garantía frente a los propietarios o poner a su alcance los importes para las fianzas de habitaciones en alquiler ha sido fundamental para ellas.

Especial mención merecen las mujeres que padecen o han padecido la violencia por parte de sus parejas o ex parejas y cuyos escasos recursos económicos, miedo por su propia integridad y la de sus hijos y secuelas en general; presentan gran dificultad para rehacer sus vidas y su futuro. Pese a los esfuerzos de las administraciones en los últimos años y de la sociedad en general, las mujeres víctimas de esta violencia son especialmente vulnerables y requieren una atención especializada interdisciplinar.